Muchas unidades de parto están equipadas con bañeras o piscinas para el uso de las mujeres que están dando a luz. Se sienten atraídas por la idea de sumergirse en el agua para relajarse y aliviar del dolor. Sin embargo, existen diferencias entre realizar el trabajo de parto en el agua y dar a luz debajo del agua.
La Asociación Americana de Pediatría (AAP) y el Colegio Americano de Obstetras y Ginecólogos (ACOG) han publicado una serie de recomendaciones sobre el trabajo de parto y el parto en el agua en la revista Pediatrics.
Algunas de las conclusiones a las que han llegado tanto la AAP como la ACOG son:
No se ha establecido su seguridad ni su eficacia por lo que se debe considerar como un procedimiento experimental que no debe realizarse a menos que se trate de un ensayo clínico correctamente diseñado y con un consentimiento informado de los padres.
Es necesario establecer los protocolos sobre las mujeres candidatas para este tipo de parto y las directrices para el mantenimiento de las piscinas en cuando a limpieza y desinfección.
Además, en el parto bajo el agua no se debe impedir o restringir el uso del equipo necesario para el control de la madre y del feto. Se deben tomar las medidas necesarias para proteger la salud y la seguridad del bebé.
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