La incapacidad para el depósito espermático en la vagina durante las relaciones sexuales ha sido, tradicionalmente, una de las causas absolutas de infertilidad.
Hasta la introducción de las técnicas de reproducción asistida más complejas, la única opción que se podía contemplar era el empleo de una muestra seminal de donante.
Con el desarrollo de las técnicas de fecundación in vitro (FIV), y sobre todo con la inseminación ovocitaria mediante microinyección espermática (ICSI), la posibilidad de concebir con un número escaso de espermatozoides es factible.
En pacientes que sufren impotencia que no es subsidiaria de un tratamiento médico andrológico ni psicológico, se puede realizar una aspiración epididimaria o una biopsia testicular.
La aspiración epididimaria consiste en la extracción mediante anestesia local de los espermatozoides que quedan almacenados en el epidídimo, depósito donde adquieren la capacidad de movilidad tras haber sido generados en los conductos seminíferos.
La biopsia se reserva en casos de aspiración epididimaria con resultado negativo y se requiera acceder a espermatozoides maduros directamente del tejido testicular. Aunque puede realizarse con anestesia local, puede realizarse también con sedación anestésica, lo cual permite realizar el procedimiento en diferentes puntos o en ambos testículos.
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