Aurea García, directora del laboratorio y embrióloga de los centros HM Fertility Center de Madrid, nos cuenta el método más habitual para la criopreservación de los espermatozoides y de los óvulos:
Pues, en este caso, los óvulos desde luego la técnica de elección es la vitrificación, porque con la congelación lenta que se estuvo haciendo durante muchos años se vio que las tasas de supervivencia eran muy bajas, precisamente porque los óvulos tienen un gran contenido hídrico. En el caso de los espermatozoides, la verdad es que son mucho más resistentes. Al final son células muy pequeñitas. Tan solo tienen la cabeza que, básicamente, lo que tiene es el núcleo donde está el material genético y una cola que le sirve para transportarse, pero no tiene un gran citoplasma, de tal forma que no hay mucho líquido que pueda entrar y salir para ejercer un efecto negativo sobre la membrana. Así que los espermatozoides, habitualmente, se congelan. Hay distintas formas de hacerlo, distintos protocolos, distintos medios, unos que a lo mejor son más efectivos dependiendo de según cómo esté la muestra... pero, a priori, normalmente se se congelan, mientras que los óvulos se vitrifican.