Los hombres con azoospermia no mostrarán ningún síntoma notable como dolor, hinchazón, etc. Por ello, la única forma de diagnosticar una azoospermia es cuando el varón se realiza un seminograma.
Por este motivo, muchos pacientes no saben que padecen azoospermia hasta que no intentan ser papás de manera natural y no lo consiguen. En este momento, acuden a un especialista y, tras realizar un seminograma, se detecta la ausencia de espermatozoides en el eyaculado.
No obstante, existen casos en los que la azoospermia puede ir acompañada de problemas de erección o alteraciones sexuales relacionadas con alguna irregularidad hormonal, lo cual ha derivado en la azoospermia secretora.
También es posible, aunque complicado, que el varón intuya la azoospermia por un cambio de color o apariencia del semen, pues la ausencia de espermatozoides puede hacer que éste sea algo más acuoso, ligero y transparente.
En cualquier caso, los cambios en el semen no son un síntoma determinante de azoospermia, ya que pueden deberse también a otras razones como alteraciones de la próstata o la vesícula seminal, hábitos alimenticios, patologías testiculares, etc.
