Antes de responder a esta pregunta, tenemos que hacer un breve repaso de la anatomía uterina.
El útero está formado por el cuerpo (endometrio parte interna y miometrio parte externa), terminando en las trompas de Falopio, que son como unos tubos, que poseen unas fimbrias (parte final de las trompas) cuya función es captar el óvulo expulsado por el ovario el día de la ovulación y arrastrarlo hacia el interior de la trompa para que allí se encuentre con los espermatozoides y se produzca la fecundación.
Una vez que se ha formado el embrión, este migra hacia el útero donde se produce su implantación, en la capa interna: endometrio.
Sin embargo, existen casos en los que por diferentes motivos se obstruyen las trompas. Entre estas causas encontramos la endometriosis, cirugías, un embarazo ectópico previo o infecciones, aunque estas últimas puedan ser imperceptibles para la mujer como lo son las infecciones por la bacteria Chlamydia Trachomatis, más conocida como clamidia.
Si la obstrucción de las trompas ocurre en su parte final, puede generar una patología que se llama hidrosálpinx, que es la acumulación de líquido dentro de las trompas. Esto impide que el óvulo se encuentre con el espermatozoide, por lo cual no se produce la fecundación. El hidrosálpinx suele ser asintomático, aunque en algunas pacientes origina un dolor pélvico o abdominal, malestar general, fiebre y secreción vaginal con mal olor. El tratamiento para esta patología es la salpingectomía, es decir, intervención quirúrgica donde se extirpa una o ambas trompas.
Es un procedimiento que se realiza mediante laparoscopia (técnica quirúrgica donde se utiliza una pequeña cámara) y generalmente, la paciente puede comenzar su ciclo de tratamiento con su siguiente regla. De todas formas, cada caso deberá ser evaluado por un ginecólogo/a para individualizar el tratamiento de acuerdo a la situación clínica particular de cada mujer.