La implantación embrionaria es un proceso complejo en el cual intervienen varios factores. Se trata de un diálogo que se produce entre el embrión transferido y el endometrio correctamente preparado en ese momento. La mayoría de las investigaciones sobre la interacción entre el estrés emocional y la infertilidad de los últimos 30 años ha demostrado que, aunque la infertilidad causa estrés, el estrés no necesariamente causa infertilidad. Ahora bien, el estrés agudo y crónico puede reducir la tasa de éxito de los tratamientos de fertilidad.
El estrés actúa por mecanismos diferentes y su correcta valoración requiere una colaboración entre la ginecología, la biología y la psicología. La evidencia disponible determina que el protocolo del tratamiento de fertilidad debe incluir el control del estrés y la reducción del estrés como factores de importancia mayor.
Para ello, existen diversos métodos psicológicos como la terapia cognitivo conductual o un adecuado entrenamiento en técnicas de relajación que ayudan a disminuir los niveles de estrés. Por ello, es importante que haya una primera valoración psicológica para evaluar factores estresantes que puedan interferir en la salud reproductiva de ambos miembros de la pareja, ya sea para iniciar un tratamiento de reproducción asistida, o en cualquier pareja con esterilidad, sea cual sea su origen.