El impacto de la edad paterna en los resultados reproductivos y neonatales ha sido siempre infraestimado, ya que se ha centrado la atención en la edad materna, que es mucho más determinante. Sin embargo, la edad paterna se ha relacionado también de forma negativa con la fertilidad.
En primer lugar, la edad disminuye las posibilidades de conseguir el embarazo de forma natural, ya que a partir de los 40 años disminuye el número de espermatozoides, y además, estos presentarán una mayor fragmentación de su ADN. Es cierto sin embargo, que estos factores no afectarán a las tasas de embarazo utilizando técnicas como la fecundación in vitro.
Existen también estudios que han evidenciado un mayor riesgo de partes prematuros o bajo peso al nacimiento en hijos de padres a partir de los 35 años, aunque estos hallazgos no están del todo claros. Otro aspecto es la relación entre la edad paterna, sobre todo a partir de los 50 años, con un ligero incremento en el riesgo de autismo y esquizofrenia.
Por ello, se podría decir que en general la edad ideal para ser padre sería por debajo de los 40. A partir de este momento empiezan a disminuir las posibilidades de concebir de forma natural y habrá un incremento, aunque mínimo, de los riesgos genéticos para la descendencia. Sin embargo, esto no significa que se desaconseje ser padre por encima de esta edad. Las técnicas de reproducción asistida pueden compensar esa disminución en la fertilidad y los riesgos que se asumen serán muy bajos.