Hoy en día, es bien sabido que la obesidad es un factor que causa infertilidad tanto en hombres como mujeres. En los hombres se observa una disminución de la cantidad y de la movilidad de espermatozoides, así como una alteración de la fragmentación del ADN. Todo ello puede dificultar el embarazo, ya que habrá menos espermatozoides con capacidad para alcanzar y fertilizar el óvulo. Un aumento en la fragmentación de la cadena de ADN puede, además, producir embriones de peor calidad que no alcancen la implantación o incluso aumentar la tasa de aborto.
El deterioro de la cantidad y movilidad de los espermatozoides ocurre principalmente como consecuencia de alteraciones del equilibrio hormonal. La obesidad, principalmente, se traduce en una mayor cantidad de células grasas o tejido adiposo en el organismo; y éste puede producir hormonas (leptina) que alteren tanto la secreción hormonal normal a nivel cerebral, como la producción espermática directamente en el testículo. Además, existe una mayor temperatura a nivel de los testículos y una mayor producción de sustancias (adipoquinas) proinflamatorias. Ambos van a contribuir a un mayor estrés oxidativo en el testículo y esto aumentará la fragmentación del ADN.
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Dado que la obesidad es un problema creciente, en la actualidad, cabe esperar que la población con problemas de esterilidad aumente también en un futuro.
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