Mediante la alimentación, es posible optimizar la producción de progesterona por parte del cuerpo lúteo.
En general, se recomiendan los alimentos que mejoren la circulación sanguínea, como aquellos ricos en L-arginina y L-citrulina (sandía, salmón, guisantes, entejas, semillas de chía, sésamo, frutos secos, etc.), aquellos que estimulen la producción de óxido nítrico (remolacha, fresas, zanahoria, espinacas, acelgas, brócoli, etc.) y otros que mejoren la salud de la pared vascular (chocolate, ajo, cebolla, etc.)
También es indispensable mantener unos buenos niveles de algunos micronutrientes como omega-3, zinc, vitamina B6 y antioxidantes. Para ello, se recomienda incluir en la dieta los siguientes alimentos: sardinas, salmón, caballa, marisco (ricos en omega-3); cereales integrales, legumbres, nueces e hígado (ricos en vitamina B6); semillas de calabaza, marisco y carnes blancas (ricos en zinc); verduras, hortalizas y frutas (ricos en antioxidantes).
En el caso de que los niveles de progesterona no estén dentro de los valores considerados normales, podría indicar problemas en la ovulación y, por tanto, para conseguir el embarazo. Por ello, si tras un año de relaciones sexuales sin protección anticonceptiva (6 meses si la mujer es mayor de 35 años) no se ha conseguido el embarazo, se recomienda acudir a un especialista en fertilidad. En nuestra guía Fertilidad con Cabeza encontrarás mucha información y recomendaciones muy útiles para vuestro camino por la reproducción asistida.