Una de las características diferenciales en la producción de células sexuales entre hombres y mujeres es que, si bien en el sexo femenino se nace con un número determinado de células que se van agotando a lo largo de los años, los varones producen espermatozoides diariamente a partir de la pubertad. Esto, junto al hecho de que los órganos reproductores masculinos se encuentren fuera de la pelvis, determina los factores que pueden repercutir en la calidad de una muestra seminal.
Por una parte, la localización de los testículos fuera del propio organismo hace que su temperatura esté por debajo de la temperatura del resto del cuerpo y esta disminución es determinante en la producción de espermatozoides y la movilidad de los mismos.
Aquellos factores que puedan incrementar la temperatura testicular, como la presencia de varices a este nivel, la obesidad, el empleo de ropa interior muy ajustada, una actividad profesional que implique pasar mucho tiempo sentado o incluso determinados deportes, como el ciclismo, van a tener un impacto negativo sobre la calidad seminal.
Por otra parte, está la producción diaria de células espermáticas e implica que factores externos que puedan afectar al varón en un momento puntual van a interferir en el proceso de maduración de los espermatozoides en una determinada etapa. Esta es la razón por la que un solo estudio seminal no es suficiente para establecer el diagnóstico de un factor masculino, ya que debe confirmarse con un segundo estudio que debe demorarse entre mes y medio y dos meses.
La exposición a contaminantes ambientales (pesticidas, fertilizantes, disolventes entre otros), el consumo de tóxicos o incluso el estrés, pueden tener un efecto negativo en la calidad seminal.
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