Los tratamientos de reproducción asistida culminan con la transferencia embrionaria, un procedimiento sencillo que permite depositar los embriones en el útero materno y esperar después a su implantación.
Empieza entonces una nueva etapa, en la que la paciente vuelve a casa con unas pautas de tratamiento y una fecha para la realización del test de embarazo, entre 12 y 14 días después.
Esta etapa está llena de nuevos interrogantes, muy diferentes a los que se suceden durante el tratamiento y, a veces, su resolución no resulta tan sencilla, ya que en estos días la paciente ya no suele acudir a consulta.
Es natural intentar adivinar algunos síntomas que nos ayuden a saber si el tratamiento ha funcionado o no. Sin embargo, lo más habitual es que durante este periodo no se sienta nada. Ni dolor, ni sangrado, ni tensión mamaria, ni náuseas…Y esto no es ni buena ni mala señal.
Además, cada mujer es diferente y cada embarazo también. Los síntomas pueden variar en función de la susceptibilidad individual, la medicación recibida, el tipo de tratamiento…