En la antigua Roma el papel de los dioses era tan importante como en Grecia. En Roma, el 15 de febrero se celebraban las Lupercales, una fiesta para estimular la fertilidad y curar la esterilidad, en honor de Fauno y de la loba que amamantó a Rómulo y Remo.
Esta fiesta se celebraba para alabar a diversos dioses, como Juno, la madre de los dioses, que era también tenida por los romanos como la diosa de las mujeres y del matrimonio.
Estimular la fertilidad
En esta celebración, un grupo especial de sacerdotes, los Lupercos o amigos de los lobos, eran elegidos anualmente entre los ciudadanos más ilustres de la ciudad que debían ser, en su origen, adolescentes que sobrevivían de la caza y el merodeo en el bosque durante el tiempo de su iniciación a la edad adulta, lo que por aquel entonces era un tiempo sagrado y transitorio en el que se comportaban como lobos humanos.
Así, bajo la sombra de la higuera cuyas raíces, según la tradición, habían detenido la cesta en cuyo interior se encontraban los gemelos Rómulo y Remo; los Lupercus sacrificaban un perro y un macho cabrío, animales impuros, y azotaban a las mujeres con trozos de cuero de una cabra también sacrificada, bañados en sangre, lo que supuestamente estimulaba su fertilidad.
Con el paso del tiempo, el papa Gelasio I prohibió y condenó, en el año 494, la celebración pagana de las Lupercales. Quiso cristianizar esta festividad y la sustituyó por el 14 de febrero, fecha en la cual murió martirizado un cristiano llamado Valentín, en el año 270.
Medicina ginecológica y reproducción
En la época del primer emperador romano, Cesar Augusto, Roma sufrió un importante declive demográfico que sintieron particularmente las clases sociales más destacadas. Este declive tuvo como principal causa el acusado descenso de la fecundidad de las mujeres debido a la presencia de plomo en las tuberías que llevaban agua potable y porque las mujeres usaban grandes cantidades de maquillaje, que también contenían dicho elemento químico.
En la época romana anterior a la moral cristiana, se afrontaban con cierta normalidad algunos aspectos relacionados con la sexualidad, y las representaciones fálicas no solo estaban toleradas, sino que se creía que aportaban suerte y protección, además de fertilidad. Príapo, hijo de Dionisio y Afrodita, representado con un enorme falo en erección, era el dios de la fertilidad.
En el ámbito de la medicina, uno de los granes ginecólogos y obstetras de la antigüedad fue sin duda Sorano de Éfeso, que vivió en el siglo II, quien desarrolló su trabajo distanciándose de los métodos religiosos y mágicos, que estaban profundamente enraizados en la práctica médica de aquellos tiempos, considerándose uno de los padres de la ginecología. Sorano describe la anatomía de los genitales femeninos, comprende sus funciones y trata los aspectos fisiológicos de la menstruación y del embarazo.
Otro de los grandes médicos de la época fue Galeno, cuyos estudios anatómicos en animales y observaciones sobre las funciones del cuerpo humano dominaron la teoría y la práctica médica durante 1.400 años.
Durante el siglo IV, el cristianismo y el islam pasaron a dominar el Oriente Medio y, si bien tomaron ciertas fiestas y ritos paganos y se los apropiaron, adaptándolos a la nueva religión, también destruyeron los rituales con culto a las diosas y trataron de erradicar las danzas femeninas relacionadas con la sexualidad y la fertilidad.
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La verdad es que yo soy una enamorada del día de San Valentín y había oído diversas versiones sobre el origen de este día y realmente ésta historia sobre las fiesta de estimulación de la fertilidad de las Lupercales no la sabía y me ha parecido muy curiosas.